21.12.06

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Nos besamos en la mejilla, logré oler su cabello una última vez. Nos despedimos aquella noche cuando las luces de colores chocaban y bailaban en su rostro y caían las hojas de los pinos que se precipitaban planeando tímidas a su pies. El viento frío soplando y enfriando nuestras manos que se buscaban una a la otra. Nos abrazamos y nos besamos de nuevo. Parecía que el viento me susurraba al oído la imposible situación, la inaudita escena, en donde ella estaba en mis brazos. Finalmente se dio la vuelta y fue tragada por la multitud, fue arrancada de nuevo de mi realidad perceptible. Caminando por el sendero salpicado de oscuridad en las esquinas y las luces aún chocando contra las paredes de aquél lugar me di cuenta de mi error. De pensar que alguna vez me miraría más allá de la razón y más cercano a lo que algunos llamarían afecto.

15.12.06

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12.12.06

Alas Negras

El presente fue escrito por Gloria y por "Panda" un día por el simple hecho de descargar sus penas en un cuento tipo "cadáveres exquisitos" con un toque de Laura Sevilla y surrealismo en su gestación.





Ximena, como buena xenófoba, estaba atada a su xilófono de xenón, adornado con bellas xerófitas a su alrededor. Y sin embargo con su hermosa sonrisa, que se perdía en la brisa, ahí en la cornisa del mundo sentía como si fuera la ultima misa, en la que su camisa se encontraba llena se sangre y ella yacía muerta en Ibiza. Me acordé de Zabdi, en el zarandeo aquél que con azotes me recibía., y me sentí de pronto cual zorro atorado en una zanja. Solo recordaba mi zapato apuntaba hacia la salida parecía inalcanzable. Le había tomado cariño a Ximena, no como a una amante, sino como a un niño que con su armiño, que adora el aroma de su corpiño.
Cual diosa griega, Electra, penetra en mi mente, como Cleopatra sedujo a César. No hay letra pueda ser escrita para definir su belleza, otra llamarada de amor llega con una fuerza de ultra poder a mi corazón. Ximena se vio al espejo, se vio en la oscuridad con su botella de ajenjo en las manos. Ahí inició el cortejo de las almas y el viejo recuerdo del amor había aparecido cual conejo debajo del sombrero del gran mago que es el destino. Si, el destino que marcó entonces mi camino, embriagante como el vino, tan dulce como el agua de pepino. Me indicó mi conversión a rabino; yo, vestido de lino, mientras los pájaros susurraban a mi oído su dulce trino, yo pensaba en mi padrino. Y testarudo me di cuenta de que tanto tiempo había invertido, no pude controlar mi temperamento, tomé todo lo que quedaba del tabaco e, ignorando el dolor sentía en el tímpano, huí del lugar. Corrí como jamás lo había hecho, cuando de la nada la puerta que se encontraba frente a mí se cerró de golpe; quedé atrapado en la oscuridad. Y las almas comenzaron a llamar a la luna, entraban y salían de mi cabeza, la luz se encendió y de pronto me vi rodeado de miles de fantasmas amenazaban con hacerme recordar todo lo bello y hermoso había sido el pasado.
Uno a uno me mostraban a Ximena, mis recuerdos llegaban por fin, descubrí que definitivamente Ximena no era humana, y por sobre todo que había sido una farsa su amor. Sentí un profundo vacío que lastimaba mi alma sin cesar. La luz se extinguía poco a poco. Y poco a poco mis esperanzas también morían, una a una, Ximena me observaba con indiferente mirada, hiriéndome en lo más profundo de mí ser; aunque consciente estaba que mis sentimientos también habían cambiado ahora sentía repugnancia por todo, inclusive por mí mismo, por la vida, por este lugar, y aunque no lo creía sentía odio por ella. Ya nada tenía sentido, sólo quería alejarme del mundo y sumirme en mis penas, llorar lo suficiente, sentir el dolor quemando mi piel para morir, para abandonarme a la tristeza. Supe entonces, que había muerto, sin más, hundido en un mar de lágrimas y en un océano de soledad. No sentía mi cuerpo, sólo azotaba en mi rostro un viento que parecía no tener origen; me encontraba perdido en la nada, esperando quizá perder la razón y olvidar todo. Fue entonces cuando fui arrancado de aquel limbo en el cual me embriagaba. Alguien me levantaba en el aire y susurraba algo que al principio parecía no tener sentido, pero que poco después comprendí. Era Ximena diciéndome que me amaba. Era ella diciéndome que moría. Cuando desperté y volví a la cruda y vil realidad comprendí que su cuerpo yacía a mi lado. Ambos estábamos al borde de un peñasco, desde donde la puesta de sol era aterradoramente hermosa tanto como ella. ¡Ximena! ¡Ximena! Grité, pero ningún sonido emano de mi boca me percaté de que mis lágrimas rodaban por mis mejillas hasta caer sobre su pecho. Me recosté sobre ella y sentí cómo me era arrancada el alma. Ella no respondía, la impotencia me dominaba y su cuerpo se esfumó, como las hojas al viento, como el agua en la arena. No sé si Ximena fue real. Todo parecía ser un sueño del cual aún no despertaba del todo. ¿Despertar? Supongo que no quería hacerlo, quería seguir en ese mundo donde Ximena iluminaba mis noches. Pero ella ya no existía, tan sólo me quedaba el sabor de sus labios y el olor de su piel, el perfume de sus cabellos, el marrón de sus ojos y su mente, imbatible. Cerré los ojos y evoqué su imagen, su sonrisa, su figura. Sí, era perfecta, pero se había ido y no regresaría, tal vez lo haría cuando el viento bajara de las montañas nevadas, cuando el río corriera de nuevo por los bosques, cuando mi sangre comenzara de nuevo a correr. Pero en ese momento no podía moverme, no podía respirar vivir dolía demasiado sin ella.

11.12.06

Muerto en Vida


Triste y desconsolado, herido y cansado, intentaba vivir, intentaba seguir con su mediocre existencia en medio del ajetreo cotidiano, burdo, gris, sin sentido, sin inspiración. "Muerto en vida" pensaba, hoy en día esa frase era común y sin embargo tenía tanta profundidad que solo unos cuantos la comprendían. Uno de tantos conceptos góticos que se deterioran y se rebajan hasta ser del uso de cualquiera, sin saber las repercuciones sicológicas de este. Sin embargo, los caminos de la ciudad se hacían cada vez más y más largos, ¿habría aprovechado su vida?, ¿habría logrado vivir?Lluvia... solo lluvia hacía falta para completar este pérfido cuadro; poco a poco fue llegando al puentes, debajo los auto pasaban uno tras otro. ¿En verdad irán a algun lugar?¿Será que están condicionados a una vida monotona y autómata? Ya no eran preguntas importantes en ese momento. Se disponía a saltar, y acabar por fin con tanto sufrimiento, sufrimiento de mediocridad, cuando del otro lado del puente logró ver a una hermosa figura, logró percibir un ser con una perfección de enormes magnitudes. Sus cabellos como hermosas láminas de obsidiana caían sobre sus hombros de una finura extrema, y sin embargo con una fuerza que delataba juventud, vitalidad, hermosura. Sus ojos pardos, refugiados detrás de unos espejuelos, daban una visión al infinito, al hado. La persepción de su mundo se centró en ella, ahora cada una de sus células parecían haber sido hechas para haber visto a esa bella criatura. Sintió algo en su pecho, algo que le destrozó las entrañas y le partió el corazón...Volteó la mirada y continuó con su objetivo, se lanzó al vació... Su órganos volaron en todas direcciones, su cerebro se deshizo, pero su coraón quedó intacto, ni con el paso de los autos se dañó. Seguiría sufriendo, estaba vivo en muerte...No importaba, al final, había descubierto el amor...

Shi

De su espalda crecieron alas negras y, pérdiendose en la oscuridad, muriò. Por lo menos en este mi universo.

Orbe

La lucha constante
entre lo perceptible y la fantasía
entre el tocar y el sentir
entre el ver y el vivir.

¿Que tanto te consume, vida mía,
tu cárcel de acero y marfil
que sigues orando a un Dios
que no te deja reír.

Vaya Loco Aquél

Vaya loco aquél
que desde aquel burdel
todos los días te mira
gastando su pobre vida.

Vaya loco aquél
que desde que apareciste
y un día le sonreíste
te ha seguido fiel.

Míralo verte pasar
y en un instante
un universo crear
contigo imperante.

Y desde su ventana murmura,
con fino acento y desventura,
¡Qué belleza!
¡Qué hermosura!

A la luna observa,
en su fina claridad
que sus sentidos enerva
y le brindan felicidad.

10.12.06

Dulce Oscuridad


Lacrimosa(coro):

Lacrimosa dies illaqua resurget et favilla iudicandus homo
reus. Huic ergo parce, Deus. Pe Iesu, Domine, dona eis requiem. Amen.


Día de lágrimas aquélen que resurja del polvopara ser juzgado el hombre reo. Perdónale pues, Dios. Piadoso Jesús, Señor, dales el descanso. Amén


Wolfgang Amadeus Mozart

Si, por fin, el día de hoy decido hacerlo ante ti, decido expresarte todo lo que siento y perfora mi ser cada vez que te veo. ¿Te me declaras por fin?, dijo ella. ¿Por fin? ¿Es decir que ya lo sabías? Por supuesto, muchos lo murmuran, no eres la persona más discreta en este mundo y, por sobre todo, la forma en la que me miras es obsesiva e implacable, como relajas tus facciones hasta parecer un ser indefenso ante la luz o un ingenuo ser frente a los escaparates del dolor. He de decir que tienes razón, como la mayoría de las veces. ¿Y como piensas declararte? Pues, he notado que tu corazón cada vez es más oscuro, más lleno de abismos y de grietas, de agujeros infinitos que solo los aventurados han intentado siquiera descubrir. En efecto, y sin embargo evades mi pregunta. ¿Cómo piensas declararte? ¿Declararme? No, eso es ponerle una etiqueta a lo que quiero hacer, es como minimizar y denigrar lo que siento y lo que deseo gritar. Todo el mundo está cubierto de etiquetas, unas grandes, otras pequeñas. Lo que yo siento por ti no tiene. ¿Y como decirte tantas cosas en pocas palabras, en un momento tan corto? Supongo que empezando en este momento. Pues bien, no caeré en las cárceles ideológicas y de comportamiento que muchos tienen. No, te lo diré así, y así como sale por mi boca es como fue gestado en la oscuridad.
Quisiera que fueses el manto de noche que me cubra cuando las ánimas y los demonios me acosen para llevarme, quisiera perderme durante vidas en los mares que abruptamente llegan a su fin en un enorme agujero, de un negro tan denso, que es difícil incluso verlo. Quisiera fueras mi refugio y mi luz en las tinieblas. Quisiera perderme contigo en un bosque nevado, y encontrar el camino a la eternidad. Quisiera ver la luna, reflejada en el lago, acosada por las miles de almas que la observan sin parar. Quisiera sobre todo saber que es lo que me depara en la luz de la luna, reflejada en tu rostro a la medianoche. Quisiera ser tu sangre, quisiera ser tu ira, quisiera que mi dolor sea el mismo que el tuyo. Quisiera ser el cuervo que habite en tu cementerio y que viva con cada rayo y con cada desesperante tormenta en la penumbra. Quisiera ser el dueño de tus risas, tan escasas como piedras preciosas, quisiera ser tu tristeza, tu ansiedad, tu odio y tu suerte. Quisiera que fueses la inalcanzable y oscura doncella de mi castillo, consumido por las llamas del abandono y de la noche. Quisiera poder quererte en la luz y en la oscuridad. Quisiera que tú me quisieras. Permíteme enterrarte una estaca en el corazón, permíteme empujarla suavemente por tu piel blanca, permite que tu sangre corra dulcemente por los relieves sin forma de la roja madera. Permíteme enterrarla, porque desde hace ya mucho tiempo, tú me enterraste una a mí, justo aquí en mi pecho y justo acá, en mi cabeza. ¿Qué te puedo decir, payaso de grotesca sonrisa? Supongo que esperaría un sí, una esperanza a mi fatídica realidad. Hoy te corto las alas, no aguardes más las esperanzas en vano. Se te olvida que... Sí, lo sé, que crees que no hacen falta alas, y sin embargo he de decirte que hacen falta las esperanzas y las sonrisas, los anhelos y los versos. Tú no los tendrás por ahora, hay muchos caminos por andar, montañas que escalar y mares que navegar. ¿Y han de morir entonces los galimatías que impone el sentimiento? Que mueran si es necesario, que mueran y que no vivan más. ¿Tan abrupta será su muerte? Tanto como sea necesario, tanto como la razón así lo requiera y el corazón así lo acepte. Volaré con alas de tristeza a continuar mi agonía entonces. No seas cursi, no te apasiones por artilugios de la retórica, acepta una nueva derrota y ya. Haz perdido de nuevo. Ahora es diferente. ¿Por qué? Por que ahora no descansaré hasta verte en mis brazos, muerta de aturdimiento, dando vueltas en un portal multicolor. Lucharás. Lucharé. Perderás en el intento. Perderé entonces. Ve y vuela entonces, por las montañas allá a lo lejos, por los lagos invisibles y por los mares que ya no veré. Hasta nuevas vidas, o lo que quede de esta. Entonces el gritó, entonces no ha muerto la esperanza...

Galimatías I

Ella le dijo a Él que lo quería mucho, demasiado. Él le dijo que ella era muy joven, que sería imposible entablar una relación amorosa cuando uno tenia dieciséis y la otra trece. Ella dijo que no importaba, que también era imposible una relación entre Él y “la otra”. Él le dijo al narrador que cambiara el ella principal por algún otro pronombre como aquélla o ésta, por que ella solo podía ser para Ella y que en realidad no era Ella, sino “Ella”. El narrador accedió y continuó el pequeño relato. Aquélla le dijo que “Ella” jamás le haría caso, que “Ella” era “Eso” para Él y aún así “Ella” parecía no darse cuenta. Él le dijo que aún guardaba esperanzas y que el motivo de la discusión no era ese, sino la imbatible barrera del tiempo, que había actuado de manera diferente en Él y en aquella. Aquella comprendió la necedad que se le imponía a su paso para lo que ella pensaba que era la felicidad y tal vez lo era. Él tomó su cabeza y colocó sus labios sobre su frente. Aquella le preguntó si no era bonita y si esa era la razón por la cual no entraba en un letargo en donde las edades no existen. Él le dijo que no aquella no era una Afrodita, pero tenía lo suyo y que no era por eso, sino por el simple hecho de haber pasado por menos inviernos que él. El narrador prefirió entonces dejar de referirse a él como Él, por mera humildad impuesta. Entonces Él se despidió con un abrazo y le dio a aquella las gracias por hacerlo sentir bien, por haber hecho sonar la batería en su ya retorcida mente. Aquella se fue a pensar en montañas y valles, y él regresó a su ataúd mental y a sus cárceles de hierro. Él quería llorar, pero el narrador le recordó cuando murió la esperanza.